“Los romanos son un pueblo muy pragmático. Son ingenieros, por donde
pasan hace acueductos, construyen caminos. Políticamente hablando toman las
decisiones que toquen cuando toquen. No son un proyecto religioso. Nunca lo
fueron. Los que eran un proyecto filosófico eran los griegos. En ese sentido,
son diferentes a muchas otras civilizaciones. No los anima la inmortalidad como
a los egipcios. Sí la grandeza. Ellos son absolutamente terrenales. No están
pensando en la otra vida como los egipcios; ni tampoco en la filosofía, como
los griegos –aunque vayan a tener escuelas filosóficas-; ni tampoco están
pensando en la fe, como los cristianos. Cuando adopten el cristianismo, lo van
a hacer de una manera muy política. Porque es mucho más viable para el Imperio
adoptar el cristianismo que rechazarlo. Sus decisiones son profundamente
políticas. Lo que sí son ingenieros. Por donde pasen abrieron caminos,
acueductos, termas, porque efectivamente “todos los caminos conducen a Roma”.
Eran gente profundamente concreta. Eran tremendamente versados en el arte de la
estrategia política. El problema con los
judíos, no es teológico, sino de desafío al Imperio”.
Y agrego: “Roma son las legiones. Roma es la Pax Romana, la caza de
esclavos. Roma es la guardia pretoriana. Roma es El Céasar, Imperator y los
confines del Imperio. La grandeza de Roma. Pero también es el Senado, y la
permanente añoranza de la República. Roma son sus instituciones. El Derecho
Romano. Roma son sus fiestas, su vanidad y promiscuidad. Todo eso es Roma…, y
mucho más”.
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